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Más de dos notas

Algunos de ellos tan solo tocaban dos notas. Otros, apenas tenían semanas con el instrumentos. No era difícil concluir que ninguno de ellos había interpretado una obra completa. Tenían entre 8 y 12 años. No hablaban inglés, pero intentaban entender todas las indicaciones que los músicos venezolanos Ron Davis Alvarez y Oriana Silva les daban:


- ¡Siéntense derecho!


- ¡Suban el violín al nivel de la nariz!


- ¡Toquen con el corazón no con la cabeza!


- ¡Cierren los ojos y muevan su cuerpo al ritmo de la música!


- ¡Muevan sus cuerpos como si estuviesen manejando una bicicleta!


- ¡Pueden hacerlo mejor!


- ¡Vamos, una vez más!

Oriana Silva (Foto Cortesía Berci Konyi)


¡Todo eso hicieron! La meta era tocar Chamambo, de Manuel Artes, frente a sus papás. Cada uno de los dos núcleos de El Sistema Suecia, Vestra y Angered, ubicados en las periferias de la ciudad de Gotemburgo, ensayó cuatro horas por separado. Dos semanas después, se reunieron todos en la sala de concierto de la Facultad de Música y Drama de la Universidad de Gotemburgo. Nunca habían estado ahí. Las expresiones de asombro de sus rostros al entrar y tan solo ver las butacas vacías los delataron. ¡Estaban impresionados, conmovidos, emocionados! No podían creer que iban a tocar ahí, y ni siquiera tenían público. Sí, así de noble es la humildad infantil que los maravilla con tan solo ver butacas vacías.


Solo tuvieron 30 minutos para amalgamarse, para compartir la partitura con un compañero que no conocían. Se sentaron, ensayaron. Estaban nerviosos. Tocaba motivarlos, y para eso Ron y Oriana son unos expertos:


- Si yo digo “Mambo”, ustedes dicen “Chachacha”.


- ¡Vamos sonrían!


- La actitud es lo más importante, no importa que ustedes crean que está sonando mal, sigan tocando con buena actitud.


- (Y de nuevo) Toquen con el corazón.


Sus padres comenzaron a llenar las mismas butacas que al verlas vacías los había emocionado. Ahora sonreían con más ganas. ¡Tenían más ganas! En el atril habían dos hojas nada más. Las primeras que interpretarían por completo. Llegó el momento. Ya sus padres les habían dado toda la energía gracias a la actividad de integración que hizo Ron: los enseñó a dirigir en cinco minutos, y les demostró que sus hijos son unos pequeños músicos profesionales.


Ron Davis Alvarez (Foto Cortesía Luis Boza)


Con tan solo cuatro horas de ensayos en dos semanas, y 30 minutos para unir toda la orquestas, estos chiquillos lograron tocar con el corazón. Consiguieron dominar sus cuerpos para que danzaran al mismo tiempo que tocaban. Sonreían porque su música salía del corazón, no de la cabeza. Tocaron Chamambo. Impresionaron a sus padres. Impresionaron a sus profesores. Lograron lo que quizás era impensable en los primeros 10 minutos de aquel primer ensayo. Se convencieron de que sí podían. Creyeron en que sí podían. Hasta ese instante, algunos de ellos tan solo sabían tocar dos notas…

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